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Las mujeres de la familia Annea

Este domingo 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, en el que se conmemora la lucha de la mujer por su igualdad con el hombre. Al hilo de esta celebración recordamos hoy a las integrantes menos conocidas de los Anneo: Helvia Albina, Alcilia Lucana y Pola Argentaria.

Helvia Albina (o Paulina, según fuentes) era una noble dama de la familia de los Albii, hija de del magistrado sacerdotal Marco Helvio Novato. Nació en Urbago (Arjona, Jaén) y vivió en Corduba en torno al siglo siglo I a.C. Casada con Marco Anneo Séneca (también llamado Lucio en otras fuentes y conocido como Séneca el Mayor) fueron padres de tres hijos: Marco Anneo Novato (Lucio Junio Anneo Galión después de fuera adoptado por Lucio Junio Galión), Lucio Anneo Séneca y Marco Anneo Mela.

Muy interesada por la filosofía, su matrimonio con Séneca el Mayor a temprana edad la aparta del estudio, pues si bien en la época el acceso de las mujeres a la cultura ya era más frecuente, su conservador marido pensaba que no era una ocupación propia de una matrona romana. Pese a ello, la forma de matrimonio entre Séneca el Mayor y Helvia le fue sine manu, lo cual le dio cierta independencia respecto a su marido, al considerarse que seguía perteneciendo a la familia paterna y, en consecuencia, conservaba los derechos sucesorios. El decreto  Ius Trium Liberorum de Augusto completó esa independencia económica. Este decreto, entre otras cosas, establecía que las mujeres libres con más de tres hijos o libertas con más de cuatro no necesitaban tener tutores legales. Pasaban por tanto de estar bajo el control de sus padres o maridos a poder actuar independientemente, lo cual incluía gestionar su bienes y heredar. Gracias a esto, Helvia pudo gestionar sus propios bienes y negocios y según algunos, contribuyó con parte de su fortuna al teatro romano que desde el año 15 a.C. se estaba construyendo en Corduba.

Su hijo Séneca le dedica la obra Consolación a Helvia, donde hace un retrato de su carácter y destaca la habilidad para gestionar su patrimonio, le agradece su abnegación y cuidados, recuerda con nostalgia sus años de estudio juntos y lamenta que no pudiera profundizar en esos conocimientos. Estas son algunas de las palabras que le dedica, haciendo hincapié en su amor y capacidad para el estudio:  “Ojala mi madre, el mejor de los maridos, menos entregado a las costumbres de sus mayores, hubiese querido que tuvieses no un roce, sino una profunda compenetración con los preceptos de la sabiduria”.

Sus últimos años los pasa en Roma, dedicada a la educación de sus nietos. Pero antes de eso, Helvia será la encargada de preparar en Corduba los esponsales de su hijo pequeño Mela con Acilia Lucana. Esta joven nació en torno al año 20 d.C. y pertenecía a la familia de los Acilii. Su padre, Acilio Lucano, fue un destacado abogado de Corduba que alcanzó fama y prestigio por sus discursos. El matrimonio residió poco tiempo en la ciudad: antes de que su hijo Marco Anneo Lucano cumpliera un año, la pareja se traslada a Roma, viaje en el cual Helvia, que se había quedado junto con ellos en Corduba, les acompaña. Allí, Mela ejercerá de abogado, mientras Acilia se concentra en la educación de su hijo. Quizá se deba al hecho de que, por sus relaciones familiares, su formación habría sido más completa de lo que se esperaba en su tiempo. Durante estos años, su vida transcurre con tranquilidad, dedicada en parte a Helvia, desolada por el destierro de su hijo Séneca. Sin embargo, dicha tranquilidad quedó truncada por la Conjura de Pisón. Su hijo Lucano y su cuñado Séneca fueron acusados por Nerón de participar en dicha conjura para asesinar al emperador. Lucio Anneo se suicidó antes de la detención, pero su sobrino fue interrogado -y torturado- para delatar a sus colaboradores. Entre estos nombres estaba el de su madre. Lucano, al igual que muchos otros fue ejecutado, pero a Acilia no: su proceso no está claro, y esta la razón por la cual algunos investigadores apuntan a que Lucano nunca acusó a su madre y que todo sería un bulo lanzado por el propio emperador como venganza.

Sea como fuere, a partir de aquí no se tienen más noticias de Acilia, por lo que se especula que permaneció al lado de su nuera, Argentaria Pola, y quizá junto a ella pasó los últimos años de su vida en Corduba.

Argentaria Pola,  la última de las mujeres de este artículo, era hija del orador Argentario. Pertenecían a una opulenta familia hispana vinculada con el negocio de la minería. De ella se cuenta que era bella y de ingenio agudo. Tras la muerte de su esposo, Argentaria se dedicará a promover el recuerdo de Lucano, preservando su obra y celebrando cada año la fecha de su nacimiento junto a otros poetas. Parece que ella misma fue escritora, y escribió el siguiente llanto a la muerte de Lucano:

Esposo mío, hoy han muerto contigo la justicia y la poesía.
Esto se ha grabado con fuego y con dolor en mi memoria:
mi corazón sangrando junto a tu corazón;
tu rostro amado, una rosa tanto más blanca
cuanto más se teñía tu lecho de púrpura

Hoy día, los Anneos son recordados en Córdoba: Séneca tiene dedicadas una calle y un monumento en Córdoba; su madre Helvia Albina, su hermano Galión, su sobrino Lucano y la esposa de este, Pola Argentaria, también tienen sus calles.

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