La capilla de San Eulogio, dedicada a este mártir que fue obispo de Toledo, pertenece al grupo de fundaciones realizadas en el muro norte del interior de la Mezquita-Catedral. En concreto, es la primera que nos encontramos si accedemos al interior desde el patio de los Naranjos, a la derecha de la Puerta de las Palmas o Arco de Bendiciones.
Al igual que la mayoría de esta zona, es una fundación de principios del XVII de don Andrés de Rueda Rico, a quien también se autorizó para dar sepultura en la antecapilla de la misma a los cofrades de San Eulogio.
Ocupa el espacio entre el doble muro de cierre del norte de la Sala de Oración y la primera hilera de columnas de esta zona, la mezquita primitiva, construida por Abd al Rahmán I a finales del siglo VIII.
La capilla se cierra mediante muros que la separan de la nave de las Bendiciones y de la capilla de San Esteban, mientras que el frente presenta una portada compuesta vano en medio punto, cerrado con reja, diseño de Matías Alonso S.J.
El hermano Matías, jesuita, es más conocido por ser el autor del altar de la Capilla Mayor, pero no será esta su única obra en la Mezquita-Catedral, como prueba esta que comentamos. Flanquean el vano dos columnas que sostienen el entablamento y frontón partido con un relieve en el centro de San Andrés Apóstol, que se corona a su vez con otro frontón partido.
En su interior, un sencillo retablo que alberga un lienzo que representa a San Eulogio, obra de Vicente Carducho. Carducho era en aquellos años el pintor más reconocido de la escuela madrileña y pintor de cámara el rey de Felipe III, aunque también pintó al servicio de Felipe IV. El cuadro fue comprado en Madrid por el fundador, y traído a Córdoba para su capilla. No se ha conservado, en cambio, el nombre del autor del retablo en que el que se halla, sin bien posiblemente sea también obra de Matías.
Eulogio, obispo electo de Toledo y mártir cordobés, nació a principios del siglo IX, en el seno de una familia cristiana de linaje hispanorromano. Recibió su formación teológica en la basílica de San Zoilo –que tradicionalmente, se ha situado en el solar que hoy ocupa la iglesia de San Andrés–, y tras ser ordenado sacerdote, inicia un viaje por el norte de la Península. Al regresar de este viaje, traerá consigo obras clásicas, como la Eneida, que no se conocían en al-Andalus.
Aproximadamente en el 850 comienza en Córdoba un movimiento por el que cristianos hacían ostentación pública de su condición, algo prohibido por las autoridades, por lo que eran condenados a morir. Eulogio se dedicó a ellos, a confortarlos y animarlos en la defensa de su religión. Es por ello que fue detenido, si bien salió libre al poco tiempo. No obstante, persistió en su labor y será detenido nuevamente en 859, acusado de haber ayudado a Leocricia, una joven musulmana que se había convertido al Cristianismo y se había ocultado en casa del ya obispo de Toledo, Eulogio. Esta vez, hizo una vehemente defensa de la Fe ante el propio emir, lo que llevó a este a dictar su sentencia de muerte: Eulogio fue ajusticiado el 11 de marzo de 859.
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Historiadora del arte e Intérprete del Patrimonio
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