Situada entre los Jardines de la Victoria y los de la Agricultura (conocidos como Los Patos) encontramos un conjunto singular de los años 1920: la escultura del Duque de Rivas y la Pérgola.
El Campo de la Victoria era una zona sin desarrollar ocupado, en parte, por el convento de la Victoria. Desde el siglo XVIII los alcaldes de Córdoba vieron en esta zona un enclave ideal para el esparcimiento de los cordobeses, y comienza una serie de iniciativas que lo convierten en la gran zona verde que es hoy día.
Este es uno de los signos de la llegada de la modernidad en Córdoba. Otro es la construcción de esculturas dedicadas a personajes notables de Córdoba, en década de 1920: el monumento al Gran Capitán (proyecto concebido a finales del siglo XIX, pero que no se concretará hasta 1923), la escultura del Obispo Osio (de 1926) y esta que nos ocupa del Duque de Rivas.
Ángel de Saavedra nació en Córdoba en la actual sede de Vimcorsa y fue un personaje polifacético de la España del XIX: político, pintor, escritor, poeta y dramaturgo, autor de la obra romántica Don Álvaro o la Fuerza del Sino. Tan popular que fue el primer éxito del teatro romántico español y sirvió de base para una ópera de Verdi. No es de extrañar, pues, que el Ayuntamiento cordobés decidiera dedicarle una escultura.
Mariano Benlliure, uno de los escultores más importantes (y también el último) del realismo español -y el más famoso de su época- recibió el encargo y creó esta escultura que consigue transmitir la nobleza del personaje: no en vano, se dijo de ella que por si misma, bastaba para justificar la fama de su autor. Efectivamente, está considerada como una de las mejores de la producción artística de Benlliure.
La ubicación fue elegida por el propio Benlliure, pero no le gustó la vista que ofrecía el monumento, con los antiguos pabellones militares a su espalda, y pidió al Ayuntamiento que lo “tapara”. Por esta razón, Carlos Sáenz de Santamaría -arquitecto municipal- construye la pérgola, de estilo neoclásico, inaugurada en 1930.
La pérgola tenía dos brazos abiertos (sin cubierta ni cierres) y un pabellón central cerrado. Esta característica motivó que poco después de su inauguración, en 1931, dicho pabellón se convirtiera en la Biblioteca Popular Duque de Rivas.
Hoy la pérgola tiene un aspecto muy diferente, con sus techos y cierres, añadidos durante las reformas posteriores, y aunque su estado se ha deteriorado mucho, al mirar al Duque de Rivas de frente, sigue siendo el telón de fondo que completa el monumento.
Historiadora del arte e Intérprete del Patrimonio
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