Sin duda, el más famoso de los edificios cercanos al Puente Romano sea el hoy conocido como molino de la Albolafia, en parte por ser el más próximo a la ciudad (en la margen derecha del Guadalquivir, junto al Alcázar y a la Mezquita), pero sobre todo por haber estado relacionado a lo largo de los siglos con la presencia de la noria de la Albolafia, un atractivo ingenio fluvial que se utilizaba para tomar el agua de riego de los jardines del Alcázar y que se mantuvo en uso al menos durante los siglos XIV y XV, tal como recogen algunos sellos del siglo XIV que han dado lugar a la imagen que hoy constituye el símbolo del Ayuntamiento de Córdoba. Esta noria estuvo ubicada en el actual molino de la Albolafia hasta 1492, fecha en que fue desmontada, y sólo se repuso tras una actuación del arquitecto Félix Hernández en 1965.
Su nombre, tal como lo conocemos hoy día, es probable que derive de uno de sus propietarios el linaje Cabrera, propietaria también del señorío de la torre y cortijo de la Albolafia, situado en la campiña cordobesa cerca de Bujalance. En 1575, los molinos de la Albolafia ya habían cambiado su sistema al de regolfo, aunque los cambios en el edificio debieron ser mayores en el siglo XVII. El Catastro de Ensenada indica en 1752, “un molino nombrado de la Albolafia por bajo del Puente mayor”. A pesar de todos estos cambios documentados a lo largo de su historia, el aspecto exterior del molino permaneció prácticamente invariable entre los siglos XVI y XIX, pues si comparamos el dibujo que Wyngaerde hizo de él en 1565 con los grabados de David Roberts fechados en 1832 o las fotografías anteriores a 1900 podemos apreciar que en todos los casos el molino está formado por dos edificios (el de Albolafia, rematado en forma de ábside en su extremo oriental, que es el que todavía existe; y el de Escalonías, situado a su costado norte y que desapareció al construir la avenida del Alcázar) alojados bajo los restos del acueducto de la noria, que conservaba tres arcos hasta el año 1900. Desde 1910 el molino quedó reducido a la parte que actualmente vemos.
En 1914 el Estado pasó a ser propietario de la finca y en 1955, de forma definitiva, la Hacienda Pública lo cedió gratuitamente al Ayuntamiento de la capital, representado por su alcalde Antonio Cruz Conde, y a partir de ahí se procedió a la instalación de la noria por el arquitecto Félix Hernández. Nuevamente restaurada en 1977, la noria sufrió un incendio en 1993; recuperándose un año después por los alumnos de la escuela taller del Alcázar de los Reyes Cristianos.
[magicactionbox id=”11191036″]
Historiador, Arqueólogo e Intérprete del Patrimonio
Mi padre me contaba que en esa noria en tiempos de hambre y postguerra las mujeres de la zona iban a lavar la ropa alli mientras los niños se bañaban en el rio y jugaban