Por norma general, cuando vemos un caballo, solemos asignarle casi de inmediato un color a su pelo diciendo que es marrón, blanco o negro, asociando su pelaje a los colores básicos que conocemos. Sin embargo, el color del pelo del caballo recibe una denominación especial por formar parte del reino animal. En Biología, se denomina “capa” al conjunto de coloración de los pelos que recubren uniformemente el cuerpo y extremidades de los animales; por lo tanto, en el ámbito ecuestre también debemos usar el término “capa” cuando hagamos referencia al color de pelo de los caballos.
Ahora que ya sabemos cómo denominarlo, sólo nos resta definir los colores que suelen darse entre estos animales.
Independientemente de la raza del caballo, el color de su pelaje corresponderá siempre a una respuesta genética cuyo origen se remonta a cientos de miles años atrás cuando el camuflaje con la naturaleza era condición obligada para sobrevivir. En la Prehistoria, por ejemplo, hubo caballos de capa rayada similares a las actuales cebras; que fueron perdiendo esta característica conforme se adaptaron a un hábitat compartido con los humanos. Antes de citar las capas más comunes con que nos podemos encontrar, cabe decir que los caballos, en general, se caracterizan por tener la cola y las crines de igual tonalidad desde el negro intenso al blanco muy brillante, independientemente del color de la capa.
En los caballos Pura Raza Española (P.R.E.), el color de la capa se ajustó casi a medida, gracias a la combinación genética realizada para obtener esta nueva raza en el siglo XVI en las Caballerizas Reales de Córdoba. Así pues, en el P.R.E., es muy común encontrar las capas denominadas básicas; llamadas así porque de ellas derivan los demás colores, ya sea mediante diluciones o mezclas con pelos blancos; es decir, el castaño, el alazán y el negro. El color castaño varía desde el marrón rojizo hasta el oscuro casi negro, por lo que podemos decir que las capas son del castaño oscuro al castaño encendido. Por otro lado, el alazán equivale al marrón suave con reflejos semejantes al bronce o incluso más claros casi dorados, cercanos al anaranjado. El color negro de la capa requiere poca explicación en este sentido. En cuanto a las capas diluidas, el color tordo, cuya base es el blanco, es el más común entre los P.R.E., siendo su capa una combinación de pelos grises y negros que le confieren una tonalidad que varía desde el blanco casi completo a grisácea que puede presentarse en forma de grandes manchas o puntos de aspecto y tamaño irregular.
Siguiendo este patrón, podemos imaginar que identificar un caballo por su color de capa podría ser bastante fácil, sin embargo, la Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española (ANCCE), en su reglamento que sirve de referencia a nivel mundial para todos los criadores y caballos registrados en el Libro Genealógico, desde el año 2000 acepta las siguientes capas en el caballo P.R.E.:
Torda en todas sus variedades, desde el tordo blanco, hasta el tordo vinoso, apizarrado, picaso o mosqueado… Castaña en todas sus variedades: oscuro, encendido… Negro. Alazán. Bayo. Albino (los caballos albinos genéticamente no existen, pero se usa el término, para referirse a las capas: perlino, cremello, champán o blanco puro). Palomino, Perla, Overa, Pía, o Ruana.
Visto lo cual, no es fácil identificar a simple vista la capa de un caballo; lo mejor es que nos pongamos en manos de verdaderos especialistas en la materia. Para ello, no dude en visitar las Reales Caballerizas de Córdoba, donde los profesionales de Córdoba Ecuestre pueden satisfacer su curiosidad.
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Historiador, Arqueólogo e Intérprete del Patrimonio
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