Hoy continuaremos hablando de esta mujer y de como influyo en la obra del pintor. La siguiente obra en la que la modelo aparece es “Alegrías”. Ella es la que aparece dando palmas y tratando que la composición haga honor a su nombre junto la sonrisa de la mujer que se encuentra más a la derecha. Se trata de Carola, la sobrina del pintor. Estas parecen unas alegrías tristes, acentuada por la figura de Amalia, la hija del pintor. Esta aparece en medio de la composición mirando hacia el espectador con expresión ausente.
La siguiente obra en la que Amalia aparece es “Malagueñas”. El origen de esta nace de un poema del libro de Manuel Machado “Cante Hondo”. Julio Romero ilustra la portada del libro y uno de los poemas que hay en él, con este mismo título, le inspira para realizar esta pintura. En ella trata de expresar los sentimientos que el flamenco le producía, usando partes del citado poema como base: “Cuando me miras, me matas. / Y si no me miras, más. / Son puñales que me clavas / y los vuelves a sacar”. Estas emociones tan intensamente descritas tienen en la modelo la mejor representación posible, su mirada es tan expresiva que consigue transmitir eso y más.
La siguiente obra, dentro de la extensa relación entre modelo y pintor fue “Celos”. En ella Amalia aparece, como casi siempre, mirando al espectador. Tanto su mirada como su gesto tratan de transmitirnos el dramatismo que la pintura tiene por título. Esto se acompaña con la escena en segundo plano y con el hecho de que ella porta una navaja en sus manos. La obra posterior a esta, denominada “La saeta” sigue teniendo a Amalia como modelo y Julio Romero sigue utilizando el mayor recurso que ella tiene, su impresionante expresividad facial.
En “La saeta”, el artista utiliza a Amalia como medio para un fin. Su objetivo era crear un poema plástico en esta obra, todo ello es fruto de la influencia casi constante que los hermanos Machado tienen en la obra del pintor cordobés. El gesto desgarrador de la modelo hace que al espectador le parezca que la imagen se va a arrancar en cualquier momento con cualquiera de las intensas piezas a las que el titulo de la composición alude. Se dice que el artista tomó como inspiración para la creación de este pintura la siguiente saeta al Santo Cristo de Gracia: “¡Oh Santo Cristo de Gracia!, / volved la cara atrás; / dadle a los ciegos vista / y a los presos libertad”.
Ella aparece con una vestimenta absolutamente barroca, con mantilla y peineta incluida. Está ubicada en el centro de la composición, arrodillada y con el gesto y la mirada que ya he escrito. Y al fondo como siempre, el artista ubica un pequeño trozo de Córdoba, es decir, la Virgen de los Dolores y el Santo Cristo de Gracia o más conocido como “El Esparraguero”.
Cuando Amalia comenzó a perder la juventud, Julio Romero la relega a los segundos planos de sus composiciones pero no desaparece de las mismas tal y como hizo con su anterior modelo. Poco a poco se va reduciendo el campo utilizable de la modelo hasta que sólo es utilizado su rostro. La modelo sobrevive al artista 46 años tras la muerte de este en 1930. Fallece siendo tan pobre como lo había sido antes de conocer al artista. Ella esperaba tener un gran entierro, acorde con la fama de la que había gozado en durante su relación con Julio Romero, pero no fue así. Todos estos testimonios por parte de Amalia fueron obtenidos por Francisco Solano Márquez en sus múltiples encuentros con la modelo antes de que falleciera. Estos se encuentran en el libro “Guía secreta de Córdoba”.
Artículos anteriores dedicados a las modelos de Julio Romero de Torres:
- “La chiquita piconera”: Mª Teresa López González.
- “Carasucia”: Ana López.
- “la gitana”: Amalia Fernández Heredia (1ª parte)
- Pastora Imperio
- Encarnación López “La Argentinita”
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