Este fin de semana Córdoba acogerá su II Mercado romano, que trae como novedad el espectáculo Circus Máximus, que recreará las famosas carreras de caballos de Roma.
Las carreras de caballos se celebraban en el circo. Nuestro compañero José ya nos habló del Circo romano de Córdoba, que estaría situado frente el Templo romano y cuyos restos han sido hallados en los Jardines de Orive. El circo de Córdoba aparece nombrado como Circo Oriental. Es por esto, junto al hecho de que este circo se abandona a mediados del siglo II d.C y a la existencia de inscripciones relativas a juegos circenses a finales de ese siglo y principios del siguiente, hacen pensar a los investigadores que habría un segundo circo en Colonia Patricia, situado quizá en la zona occidental de Córdoba. De hecho, el arqueólogo Samuel de los Santos creyó haberlo encontrado al excavar unos muros monumentales en los terrenos de la antigua Facultad de Veterinaria, hoy Rectorado. En 2003, sin embargo, una nueva excavación en la zona reveló que dicho edificio no era el circo, sino el anfiteatro.
Además de las inscripciones, no parece lógico que una gran urbe como Córdoba, capital de la provincia, no contara con un edificio dedicado a este fin, dada la pasión que despertaban los ludi circenses, los espectáculos del circo, entre los romanos.
Estos ludi o juegos circenses se componían de exhibiciones de habilidad en las que se saltaba entre caballos o cuadrigas, o los aurigas se tumbaban sobre estos en pleno movimiento. Pero el interés principal estaba carreras de cuadrigas (carros ligeros de manera tirados por cuatro caballos), y en menor, número las bigas (de dos caballos). Tal era el interés que se llegaban a producir peleas, dentro y fuera del circo, entre los partidarios de las distintas facciones en competición.
Los aurigas en origen eran esclavos o miembros de las clases más bajas, pero más tarde competirán también miembros de familias de clases más altas. Los ganadores recibían una corona de laurel y un premio en metálico, cuya cantidad dependía de la importancia de las carreras. Así, los premios podían llegar a los 60.000 sestercios, equivalente a 79.800 euros. Algunos llegaron a amasar verdaderas fortunas. No obstante, era una profesión de riesgo y muchos de ellos morían jóvenes debido a los numerosos accidentes que se producían, bien fuera por el choque entre carros o durante los giros. Al caer, los conductores eran arrastrados por los caballos pues llevaban atadas las riendas. Por ello, como parte de la equipación, llevaban un cuchillo para poder cortarlas, pero en ocasiones no era suficiente y fallecían en la arena.
Pese al riesgo, o quizá por eso, los aurigas fueron personajes muy famosos en la antigua Roma. Los “fans” conocían sus trayectorias, como la del hispano C. Apuleyo Diocles (fallecido en el 146 d.C.), posiblemente el más famoso de Roma. Entre otras muchas hazañas, dos de los caballos con los que compitió ganaron más de 100 carreras, y otro más de 200. También que compitió con más de cuatro caballos, ganando 2 veces con 6 caballos. Esto no era habitual. Como ya hemos dicho, lo habitual eran de 2 caballos, que normalmente conducían los menos experimentados, y las de 4, aunque como el caso de Apuleyo, se conocen casos de más de 4 caballos, y hasta de 10.
No sólo los aurigas se convertían en celebridades. También los criadores, entrenadores de caballos y los propios caballos alcanzaron renombre, pero esto lo dejamos para la semana que viene.
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Historiadora del arte e Intérprete del Patrimonio
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