En la ciudad de Córdoba estamos acostumbrados a ver los distintos molinos que, asentados sobre el río Guadalquivir, se sitúan próximos al casco urbano. Sin embargo, la industria hidráulica fue prolífica en siglos pasados, dejando una buena cantidad de bienes patrimoniales que, unos cayeron en el olvido y desaparecieron y otros, que a fuerza de verlos de continuo nos pasan desapercibidos; las centrales hidroeléctricas. En el cauce del propio río se han documentado varios inmuebles correspondientes a antiguos molinos hidráulicos reconvertidos en centrales hidroeléctricas; algunas de ellas ya en desuso. Uno en el término municipal de Villa del Río, dos en el de Montoro, y tres en el de Córdoba. Algunas de estas centrales se hallan documentadas desde principios de ese siglo; otras, se edificaron a lo largo de dicho siglo, en ocasiones asociadas a grandes presas con las que obtener el necesario salto de agua, permaneciendo productivas en nuestros días, como las centrales de Pedro Abad – El Carpio y la de Villafranca. Otras son de más reciente construcción, como las centrales de la Vega Armijo, la Isabela o Alcolea; asociadas también a antiguos inmuebles molineros.
Por no dejarlos atrás, hay que destacar algunos inmuebles destinados a albergar maquinaria elevadora del agua para riegos agrícolas. En este terreno destaca de manera particular el edificio de Las Grúas de El Carpio, edificado en el siglo XVI y donde existieron tres grandes norias fluviales que no fueron sustituidas por bombas hidráulicas hasta fines del siglo XIX. Pero también el que sirvió para alojar una locomóvil destinada a surtir de agua a la azucarera de Alcolea, instalada por el Conde de Torres Cabrera a fines del siglo XIX, y el destinado a acoger las turbinas empleadas para elevar el agua para riego de los cultivos de remolacha que, con la misma finalidad, es decir, para la producción de azúcar, estableció el citado personaje en la margen izquierda del Guadalquivir en las fincas de Los Cansinos y Colonia Santa Isabel.
La aceña y el batán de Villafranca se hallaban ubicados aguas abajo del puente, donde la conocida “aceña de Villafranca” ha estado situada hasta el siglo XX y que sigue siendo conocido por el término de “La Seña”, aunque ya no resulta visible, al haber crecido la lámina de agua del río por la edificación de la central eléctrica de Villafranca, pero subsiste la llamada casa de los molineros, cerca de la orilla, y sabemos que la instalación se mantuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, pues aparece reseñada en el informe de la Confederación Hidrográfica de 1933.
Lógicamente no todos los molinos que existieron en el alto Guadalquivir cordobés han llegado hasta nuestros días. Encontramos testimoniados a lo largo de la Historia algunos inmuebles que hoy día ya no existen, bien por haber quedado ocultos bajo las aguas del río (debido a la construcción de presas, que han elevado la lámina de agua), bien por haber desaparecido por falta de uso.
Una aceña documentada desde varios siglos atrás, y que funcionó hasta principios del siglo XX, es la denominada de San Nicolás o del Botijón, situada en término municipal de Montoro aguas abajo de la propia localidad y por debajo de las aceñas de la Huerta Mayor, junto al batán de la Breña; hoy día desaparecida. Al igual que otra aceña situada en término de Adamuz y en la orilla derecha del río, denominada aceña de la Marquesa, por haber sido propiedad de la Marquesa del Carpio, y de la que solamente se conserva la casa de los molineros situada junto al río a una cota superior a la de la propia aceña y que todavía resulta visible porque la elevación de la lámina de agua provocada por la construcción de la presa de la Central Eléctrica del Carpio no la ha ocultado.
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