El graffiti, como vehículo de expresión, existe desde la antigua Roma. Se conservan numerosas inscripciones en lugares tan diversos como calles o catacumbas, con mensajes, consignas políticas o sátiras. En el siglo XX y el XXI, el graffiti ha dejado de ser simplemente texto inscrito y se engloba dentro de un movimiento llamado Street art o Arte callejero, que además de textos, incluye también murales, carteles o plantillas. Es un vehículo de expresión que tiene mucho de rebeldía y/o denuncia social, y por supuesto, un alto impacto visual. Algunos de estos artistas callejeros, incluso, se han convertido en artistas de renombre, como Bansky, algunas de cuyas obras han salido a subasta.
La mayoría de estos artistas actúan de modo clandestino, sin permiso para pintar. Precisamente por eso es por lo que ha sido elegido por la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación, de la UCO, para “sacar a la luz” a diversas figuras de la ciencia que no han obtenido reconocimiento o popularidad.
El proyecto, llamado Ciencia clandestina, hará que en las próximas semanas diversos científicos vayan apareciendo en diversos murales en calles de Córdoba. De momento, contamos con los dos primeros: Ibn Firnas, el sabio andalusí del que ya trató nuestra compañera Susana en este blog, e Hipatia, matemática, filósofa, astrónoma y maestra neoplatónica nacida en Alejandría en el siglo IV, más conocida gracias a la película Ágora, de Alejandro de Amenábar. La obra de Ibn Firnas está en el Instituto Averroes; la de Hipatia en la calle Escultor Fernández Márquez, en la fachada de una cafetería. A ellos les seguirán Alfred Russel Wallace, naturalista, explorador, geógrafo, antropólogo y biólogo que contribuyó al desarrollo de la teoría de la evolución; Rolsalind Franklin, química y cristalógrafa nacida en Inglaterra, que lideró estudios relacionados con el virus del mosaico de tabaco y el poliovirus, y contribuyó a la comprensión del ADN; José Francisco Tello, histopatólogo y bacteriólogo aragonés, ayudante de Ramón y Cajal y sucesor suyo en la cátedra de Histología y Anatomía Patológica de la Universidad de Madrid, de donde fue destituido por el regimen franquista; y finalmente, Jocelyn Bell, astrofísica norirlandesa, que junto a su tutor de tesis, descubrió la primera radioseñal de un púlsar.
No todo el arte es el que está en los museos, ni todos los científicos los que están en los libros de los colegios. Hay mucho por descubrir, y iniciativas como esta lo demuestran.
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Historiadora del arte e Intérprete del Patrimonio
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