En el ciclo de vida de las personas hay un momento complicado como ninguno, que va a marcar tu futuro, tu progreso; que puede alzarte a una cima solo apta para algunos eruditos, o hundirte en el más profundo abismo… la elección de carrera universitaria.
Está claro que elegir carrera es un momento difícil y encima en una edad no menos fácil, pero de ahí a que tu elección pueda “hundirte en un profundo abismo” hay un gran paso. Aunque no siempre ese paso parece tan grande, sobre todo si eres de los valientes (o locos) que eligen una carrera de humanidades. En los primeros años, las preguntas que tus familiares y amigos te plantean, hacen que pienses que el único futuro que te queda después de esa etapa esté fuera de tu país o en trabajos poco cualificados y mal remunerados; o que te pase todo junto.
En mi caso elegí Historia del Arte, aunque muchas de las preguntas y frases son comunes a otras carreras. Me refiero a frases del tipo “¿y eso para qué sirve?”, “¿de qué puedes trabajar?”, “¿eso es para hacer oposiciones a profesor, no?”, “eso no hace falta hacer carrera, con leer libros ya vale” y muchas otras más. Y la verdad, muchas veces tú como estudiante, no sabes que responder.
Esta no es una situación excepcional, y por lo tanto debe tener una explicación fuera de la excepcionalidad. Y que hay menos excepcional en nuestra sociedad, que infravalorar el Patrimonio Cultural.
La conservación del patrimonio rara vez se convierte en una prioridad, pocas veces se escucha en televisión noticias sobre destrucción, pérdida o conservación del patrimonio. Salvo que se produzca un nuevo “Ecce Homo” en otra ciudad. No interesa dedicar recursos a “cuatro piedras que llevan ahí mil años plantadas”. Y ante este panorama, es complicado que la situación mejore.
Por eso es tan importante la divulgación. Porque es una parte fundamental de la conservación del patrimonio y además muchísimo más económica que cualquier medida de intervención directa; porque divulgando, damos a conocer y conociendo, exigimos que se proteja y se ponga en valor nuestra historia; porque la divulgación nos hace más ricos y críticos con la sociedad.
Y ¿qué relación existe entre la elección de carrera universitaria y la divulgación del patrimonio? Una profesión: Intérprete del Patrimonio. Esa es una de las muchas salidas que ofrecen las carreras de humanidades, y que supone un objetivo claro en la formación específica de Historia del Arte. Una carrera a la que habitualmente solo se le atribuye el conocimiento, y reconocimiento, de todas las “iglesias”, “retratos” y “estatuas” del mundo; y que realmente nada tiene que ver con eso.
La carrera de Historia del Arte, así como la de Historia, forman a sus estudiantes en la comprensión de los procesos históricos y sus huellas en el arte. No se queda en responder el cuándo, dónde o quién; si no que busca entender cómo y por qué. Por eso es tan importante contar con la figura del Intérprete del Patrimonio, para así conocer el sentido que tiene el Patrimonio Histórico dentro de nuestras ciudades actuales.
Es fundamental para el desarrollo de la cultura y de un turismo sostenible, fomentar la Interpretación del Patrimonio y reconocer su papel prioritario en la divulgación del Patrimonio Histórico y Cultural. Por eso, desde Artencordoba luchamos por defender la figura del Interprete del Patrimonio, amamos nuestra historia y estamos encantados de poder transmitírtela.
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