La extensa red viaria que se proyectó por todo el Imperio Romano, hizo posibles el proceso de romanización en esta vasta geografía que conforma la Península Ibérica con más de 300 vías romana catalogadas, entre principales y secundarias, superando los 8500 km de extensión, por donde transitaban las imparables legiones que conquistaron el territorio que denominaron Hispania.
Consolidado el imperio, sirvieron como desarrollo creciente del mismo, gracias a la importancia económica que adquirieron a través de un prospero comercio facilitado por estas calzadas que ponían en comunicación unas regiones con otras. Pero estas mismas vías que propiciaron la extensión de la cultura romana fueron la causa de su final, ya que facilitaron las grandes invasiones de los pueblos barbaros.
En el siglo I d.C., Córduva, es designada capital de provincia, convirtiéndose en el nudo de comunicaciones del Sur de la Bética y el Mediterráneo, a través de la Vía Augusta, y con la meseta y el Norte de la Península por medio de la vía que se dirigía hacia Emerita Augusta.
En el Siglo I la vía Augusta era la principal ruta terrestre de la Península, comunicando, con sus 1500 km, los pirineos con la actual ciudad de Cádiz bordeando el Mediterráneo. Su nombre significaba la excelencia sobre las demás vías y simbolizaba la magnificencia y el poder del Imperio. Esta arteria ibérica atraviesa la provincia de Córdoba de Este a Oeste, siguiendo de forma equidistante el río Guadalquivir, llamado en este período Baetis e impulsa el desarrollo económico de la ciudad.
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