Hoy nos trasladamos hasta el límite norte de la provincia para admirar los restos de un castillo roquero que se eleva sobre un escarpado cerro. También llamado Castillo de Miramontes, es visible desde todo el Valle de los Pedroches y controla desde antiguo una de las vías que comunican Andalucía con La Mancha y el resto de la península, muy especialmente hacia Toledo y sobre todo la ruta comercial que desde Almadén traía a Córdoba mercurio y cinabrio.
El castillo siempre tuvo un papel fundamental en el control del territorio y de los pasos fronterizos. Parece ser que su origen se remonta a época romana, cuando se construyen varias fortalezas para vigilar lo que posteriormente se conocerá como la “Vía del Azogue”. Efectivamente, al menos desde el Imperio Romano se extrae masivamente azogue o mercurio de las minas situadas en la antigua ciudad de Sisapo, hoy Chillón, muy cerca de Almadén, que hasta el siglo XIX perteneció a la Provincia de Córdoba y a partir de entonces a la de Ciudad Real. Desde Corduba el mercurio era trasladado a Roma, donde era muy apreciado, monopolizando su venta el Templo del Quirinal.
Reconstruido por los musulmanes en el siglo XI, el castillo no se documenta en fuentes escritas por primera vez hasta 1155, cuando aparece en el llamado “Fuero de Avilés” otorgado por Alfonso VII y donde ya se recoge el nombre de Santa Eufemia. Parece que un destacado número de mozárabes ocupaban estas tierras de Al-Ándalus y son objeto de los primeros intentos de reconquista por parte del mencionado rey, apodado “El Emperador”. La leyenda nos cuenta que treinta y tres caballeros calabreses intervinieron en la campaña, exitosa aun cuando Santa Eufemia no sea conquistada hasta tiempos de Fernando III, quien dona el nuevo Señorío al Concejo de Córdoba. Aun en el siglo XIII pasa a manos de Don Fernán Díaz Carrillo, y de este a sus descendientes. Sus muros han visto pasar a lo largo de su historia numerosos pleitos entre señores y vasallos y tuvo que ser reconstruido total o parcialmente varias veces, siendo destruido definitivamente en el año 1478 por orden de los Reyes Católicos, para castigar los excesos del entonces Señor de Santa Eufemia, D. Gonzalo Mejía II, cuyo absolutismo feudalista suponía graves abusos a sus vasallos.
Espectacular estampa desde las alturas, la fortaleza presenta hoy un estado realmente ruinoso. A pesar de ello sobrevive buena parte de su estructura, construida con sillarejo sobre una sencilla planta de tendencia cuadrangular, naturalmente adaptada al escarpado terreno. Consta de torres en las esquinas y centros de cada lado, de muy variada morfología ya que, aunque predomina la planta cuadrada, aparecen también poligonales y redondas denotando así los variados periodos de construcción. En la zona interior un amplio patio de armas presenta como es común un espacioso aljibe, así como innumerables restos constructivos pertenecientes a la residencia señorial. Más abajo, otros restos indican también la existencia de murallas exteriores y torres que defendían el acceso al conjunto principal situado en la cumbre.
Más información sobre los Castillos cordobeses:
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