El envasado: las latas de carne de membrillo
A la hora de hablar de la carne o dulce de membrillo, debemos hablar del envasado, pues juega un papel fundamental. En un primer momento, se envasaba en pequeñas cajas de madera de pino cuyo interior se recubría con papel impermeable y celofán “formando bloques de 500, 1000 y 5000 gramos”. Con el tiempo, estos envases fueron evolucionando hasta llegar a las cajas de hojalata, que perduran hasta nuestros días y que son de formas, colores e ilustraciones variadas. Sobre la tapa, rectangular generalmente, se disponen los motivos geométricos, vegetales, ajedrezados, roleos, florales, etc. que suelen enmarcar la escena principal a modo de orla.
Se utilizaron otros formatos para envasar la carne de membrillo, como la lata de forma cilíndrica, octogonal y rectangular, esta última ha sido la que más éxito ha tenido y se sigue utilizando hoy en día. Hay latas de membrillo con decoración para todos los gustos, desde vistas de Puente Genil hasta elementos religiosos, pasando por escenas costumbristas, art decó, modernistas, tapices de Goya, fotogramas de películas de cine, decoración china, efemérides especiales y escenas pompeyanas, entre otras. Muchas se conservan hoy en día porque tras terminar la carne de membrillo que contenían, adquirían diferentes usos como, costureros, archivador de documentos, etc.
Estas latas de membrillo son consideradas bienes patrimoniales por su carácter de documento gráfico y por ser el “único vestigio de muchas empresas conserveras que han dejado de producir”.
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