Hoy me estreno en este blog hablándoos del yacimiento arqueológico de Fuente Álamo situado en el paraje de los Arenales, dentro del término municipal de Puente Genil, a 3 km hacia el noreste del casco urbano. Cuenta con una superficie de unos 17000 m2, de los cuales la zona excavada abarca 4000 m2 y la parte cubierta 2500 m2.
El factor geográfico que diferencia el paisaje de Fuente Álamo viene determinado por la presencia del manantial que da nombre a la zona y que ha sido el elemento estimulador del poblamiento de épocas pasadas. Dicho arroyo, que tuvo una gran importancia para el asentamiento romano, se encuentra en la actualidad muy deteriorado como consecuencia del entubamiento de sus aguas para canalizarlas con vistas a su consumo, lo que provocó la desecación del cauce y la ocupación por olivos tras roturar su superficie.
La Villa romana de Fuente Álamo fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica, en julio de 2005. Anteriormente, el yacimiento ya había sido incoado BIC el 1 de Diciembre de 1987 por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.
En época Hispano-romana, dentro de la Provincia Bética, las tierras del Sur de Córdoba se inscriben dentro del Conventus Iuridicus Astigitanus. Así, apreciamos una importante implantación rural en la zona relacionada con el Río Genil. Se trata de tierras muy fértiles dedicadas principalmente al cultivo de cereal, vid y olivar, con una dedicación principalmente oleícola.
Dentro de esta implantación rural de la zona sur de Córdoba destaca por su importancia la Villa romana de Fuente Álamo.
Sabemos que bajo la villa se encuentran los restos de un complejo hidraúlico fundado a mediados del siglo I d.C., de grandes dimensiones, que otorgan a Fuente Álamo una excepcionalidad propia de los grandes yacimientos arqueológicos.
Antes de la implantación de la conocida Villa romana de Fuente Álamo, existían en el lugar cisternas, piscinas calefactadas, estanques, habitaciones decoradas con mosaicos (de los que hablaremos en próximos artículos), pinturas y esculturas.
Cuando hablamos de villa romana nos referimos a una edificación aislada en el campo con diferentes usos. En origen eran casas de labor compuestas por unas tierras y unos edificios en los que se organiza el trabajo y desde los que se distribuyen los productos.
También encontramos la dualidad pars rustica–pars urbana, doble naturaleza de la villa. Los propietarios de las villas siempre tuvieron presentes estas dos necesidades: por una parte, la producción agraria; por otra, su condición de lugar de retiro y de descanso de los propietarios.
Aunque estamos ante un yacimiento conocido desde el siglo XVIII, no será hasta el siglo XX y a partir de la intervención arqueológica de D. Luis Alberto López Palomo cuando se asocie el lugar a una importante villa rústica. Se trata, sin duda, del yacimiento más conocido de Puente Genil desde el punto de vista arqueológico, que tiene su máximo apogeo en el siglo IV d. C. y que actuó, en opinión de López Palomo, arqueólogo director de la intervención arqueológica de urgencias de 1985, como “centro rector y de organización de la zona agrícola circundante”.
Entre las estructuras excavadas, que corresponden a la parte señorial de la villa, destacan las estancias absidiadas. De sus mosaicos sobresale uno con decoración de tipo nilótico en el que existen una serie de inscripciones que ponen de manifiesto el alto nivel cultural alcanzado por las gentes que, en época romana, vivían en Fuente Álamo.
La villa fue abandonada por sus propietarios a lo largo del siglo VI d. C., siendo ocupada y transformada por otras gentes. El yacimiento vivirá entonces otras fases de su historia que abarcan las épocas visigoda e islámica siendo, en este último caso, una almazara.[magicactionbox id=”11191036″]
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