El barrio del Alcázar Viejo, también conocido como San Basilio, se extiende sobre el sector suroccidental de la ciudad de Córdoba junto al Alcázar de los Reyes Cristianos. El origen, de este arrabal hay que buscarlo a finales del siglo XIV, cuando el albacar almohade anexo al Alcázar califal de Córdoba se convertirá en el asentamiento de las familias judías expulsadas de la Judería en 1391. Para acercarnos algo más a este hecho, debemos remontarnos a una epidemia de peste surgida en Sevilla a comienzos de 1390. El Arcediano de Écija, Ferrand Martínez, culpó a los judíos de la peste que asolaba Europa, acusándoles de envenenar las aguas de la ciudad y sus prédicas provocaron grandes revueltas con asaltos a las juderías en Sevilla, expandiéndose rápidamente de ahí a ciudades como Córdoba y Toledo.
Así pues, los habitantes de la Judería fueron reubicados en el interior de un recinto fortificado junto al Alcázar califal, donde hicieron moradas que empezaron a tener la configuración de nuevo arrabal. Junto a este espacio, conocido como Castillo de la Judería, el monarca Enrique III con fecha 12 de marzo de 1399, dio su consentimiento para que los ballesteros construyeran en dicho lugar sus viviendas y las habitaran con sus mujeres e hijos, con la sola condición, de que no impidiesen la libre entrada y salida de su Alcázar nuevo. Un documento de la época se refiere a este espacio como un corralón existente a espaldas del Alcázar nuevo (el actual Alcázar de los Reyes Cristianos), entre la Torre de Belén y la Puerta de Sevilla, donde no hay casa alguna. De esta manera tuvo su origen el barrio del Alcázar Viejo.
Pero hemos visto cómo este barrio cordobés también es conocido por el nombre de San Basilio; denominación que surge a partir de finales del siglo XVI. En 1590 se funda el convento de San Basilio Magno que ocupará un extenso solar al norte de la barriada ya existente, dentro del recinto amurallado de esta zona de la ciudad. Los monjes de San Basilio encontraron serias dificultades para ocupar el Hospital de San Bartolomé, como era su deseo. Finalmente se establecieron en unas casas del barrio del Alcázar Viejo donadas por el racionero Juan de Arriaza, en las que fundaron un colegio bajo la advocación de Nuestra Señora de la Paz. El templo de este convento no se construirá hasta mediados del siglo XVII, siendo ampliamente reformado durante el siglo XVIII, conservándose hasta la actualidad. A principios del siglo XIX, el gobierno francés de la ciudad cerró el convento y fue demolido poco después, aunque la iglesia se mantuvo en servicio, convirtiéndose en 1864 parroquia auxiliar del Sagrario de la Catedral dentro de la collación de San Bartolomé. Curiosamente, su bello retablo barroco perteneció al desaparecido convento de Santa Clara, en la calle Rey Heredia. Una imagen de San Rafael, procedente de un antiguo triunfo, custodia el barrio desde la esquina del templo.
Forman este barrio tres calles principales que, corriendo en sentido noreste-suroeste, fueron trazadas a cordel en los primeros momentos de su urbanización. Edificios con una arquitectura de herencia musulmana en torno a un patio central donde convergen las viviendas de una o varias familias. Porque nuestro barrio del Alcázar Viejo es tan antiguo como su propio nombre indica, en 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad; y sus patios un referente en el Concurso de Patios que cada mayo celebramos en nuestra ciudad y que en 2012 fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En definitiva, un barrio con un encanto propio que invita a pasear por sus calles y disfrutar de su entorno y sus gentes.
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Historiador, Arqueólogo e Intérprete del Patrimonio
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