En agosto de 1936, un mes después del inicio de la Guerra Civil española, se desarrollaron unos eventos que pudieron cambiar el rumbo de la historia de nuestro país. Como ya hemos comentado anteriormente, desde la antigüedad, la ciudad de Córdoba tuvo gran importancia como nudo de comunicaciones hacia Sevilla, Málaga y Granada. Este dato no pasó inadvertido por el ejército republicano desde el principio de la guerra, por cuanto que la posesión de Córdoba decidiría el destino de las demás capitales del sur peninsular. Con la caída de Córdoba también se vería gravemente comprometida Sevilla, donde el general Queipo de Llano arengaba a diario desde su emisora de radio. Así pues, a comienzos de agosto de 1936, el general José Miaja, militar de carrera leal al gobierno de la República, trasladó su Cuartel General de Andújar a Montoro, donde organizó el asalto a Córdoba previsto para el día 20 de ese mes. En aquel momento, la guarnición de la capital cordobesa era muy pequeña y no contaban apenas con apoyo de otras tropas sublevadas.
No existen datos concluyentes sobre la cantidad de hombres que participaron en este asalto a Córdoba, porque además de las fuerzas combatientes que dirigía Miaja personalmente y que se trasladaron con él a Montoro, llegaron de muchas partes de España distintos batallones. De infantería desde Cartagena; de artillería de Valencia y Murcia; de ametralladoras de Alicante; además de dos compañías de carabineros, dos de marinería, trescientos guardias civiles y varias columnas de milicianos procedentes de Albacete, Alicante, Murcia y Cartagena. A esta fuerza se le incorporaron poco después, mientras iba de camino a Jaén, algunas compañías del regimiento Vizcaya de Alcoy, y cerca de Córdoba se unirían milicias locales de Jaén y Córdoba, que en su mayoría eran campesinos armados de escopetas con pañuelos rojos en el cuello. En conjunto, la columna de Miaja se repartió en 9 agrupaciones de las que 3 se establecieron como guarniciones en distintas localidades, quedando una de reserva. Finalmente, para el ataque se seleccionaron 5 agrupaciones muy variopintas que atacarían desde varias direcciones a lo largo del frente: En total unos 2.300 hombres. Un número mucho mayor que la guarnición de Córdoba en ese momento.
Las agrupaciones con más probabilidades de éxito eran las del norte; una por la carretera de Cerro Muriano, y otra por el Puente Mocho y la carretera de Madrid desde Alcolea; y la del comandante Pérez Salas intentaría entrar por el sur forzando el paso por Torres Cabrera, en un movimiento de tenaza con el apoyo de aviación procedente del aeródromo de Andújar.
La Agrupación de Pérez Salas partió el día 20 de agosto desde Montoro hacia Bujalance y de allí por Castro del Río a Espejo y Córdoba. Sin embargo, a la altura de Torres Cabrera, primero un avión pequeño de reconocimiento lanzó varias granadas sobre el convoy y más tarde aviones italianos Savoia-Marchetti, venidos de Tablada (Sevilla) bombardearon el avance. Parte de la columna huyó en desbandada de vuelta a Espejo. La artillería que llevaban quedó prácticamente inutilizada, salvando algunas piezas menores que no sirvieron de mucho después de esto. El comandante Pérez Salas trató por todos los medios de reunir a sus hombres yendo casi hasta Espejo y consiguió reagruparlos de nuevo en la estación de ferrocarril de Torres Cabrera pero tras comprobar el estado de sus piezas, regresaron a pie a Santa Cruz, pues los vehículos también habían sido destruidos.
Mientras tanto, las dos agrupaciones del norte se encontraron una fuerte resistencia cerca de Córdoba. Los milicianos de Peñarroya y Pedroches, que formaban la columna del norte, fueron detenidos a 6 km. de la capital por la carretera de Cerro Muriano; por otro lado, la otra columna no pasó del Puente Mocho en Alcolea, donde no pudieron sobrepasar a las fuerzas recién llegadas de África.
Las fuerzas al mando de Pérez Salas siguieron acampadas en las inmediaciones de Santa Cruz hasta el día 26, en que aparecieron volando bajo tres bombarderos Savoia-Marchetti, que dispersaron las tropas por buena parte del valle del río Guadajoz. Durante la confusión, 209 guardias civiles aprovecharon para cambiar de bando, huyendo campo través hasta Fernán-Núñez y de allí hasta Córdoba. La mermada columna de Pérez Salas regresó por Espejo y Castro del Río hasta Bujalance y Montoro; dando por fracasado el intento de tomar Córdoba en aquel verano de 1936.
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Historiador, Arqueólogo e Intérprete del Patrimonio
Mi padre luchó en el norte de Cerro Muriano. Lo hicieron prisionero y pasó 6 años en Guernika. Soy profesora de historia y me ha encantado leer esta información. Saludos!
Muchas gracias, Pia, por su comentario. La verdad es que esto es un rápido bosquejo de lo que ocurrió en aquellos días. No me ha quedado muy claro en qué parte luchó su padre, pero más al norte de Cerro Muriano se desarrollaron grandes enfrentamientos a lo largo de toda la contienda. Un cordial saludo.