La capilla de San Esteban y San Bartolomé es una de las situadas en el muro sur de la Mezquita-Catedral de Córdoba. Aunque sabemos que ya existía como lugar de enterramiento desde pocos años después de la consagración de la antigua mezquita en 1236, poco queda de aquella.
La imagen actual se debe, en gran medida a las obras realizadas en los años 1980, pues es cuando se eliminaron los muros de cierre laterales. Dicha intervención se realizó para recuperar las arquerías y el espacio diáfano de la nave ante la qibla, es decir, el muro sur de la antigua Mezquita de Córdoba. Así, sólo quedó un lateral cerrado, con reja, que permitía -y permite- contemplar la misma. Dicha reja, con acceso a la capilla en arco, cuenta en su parte superior con un óleo donde se halla representado el escudo de la familia Góngora, quienes ostentan su patronazgo desde fines del siglo XV.
Será esta familia quien le de la advocación de San Bartolomé. Un cuadro que representa el martirio de este santo, copia del original pintado por José de Ribera, preside la capilla. Se alza este sobre una mesa de azulejos, que junto a la reja, son los únicos elementos medievales de la capilla. Constituyen, además, los elementos más destacados de la capilla.
Sin embargo, esta capilla es más conocida por ser el lugar de enterramiento de Luis de Góngora y Argote, quien nació en Córdoba tal día como hoy, 11 de julio de 1561. Tras varios años en la Corte, regresa a su ciudad natal, donde fallece en 1627. El gran poeta que 300 años después será celebrado por la Generación del 27, el principal representante de la corriente culturanista del Siglo de Oro español y una de sus mejores plumas junto a su eterno rival Quevedo y a Lope de Vega, será enterrado sin mayores honores por su sobrino Luis de Saavedra.
Tendremos que esperar a mediados del siglo XIX cuando la familia se tome interés en reconocer al gran poeta: sus restos fueron exhumados para reposar en un gran proyecto funerario que no se llegó a realizar. En su lugar, los restos quedaron ubicados en el muro, en cajas de plomo y madera con una hermosa inscripción en mármol blanco sobre ellas. Finalmente, en la década de los 1990 se realiza la urna funeraria que contemplamos hoy día, realizada en hierro y mármol, con el relieve de su retrato en el frente, inspirado en el retrato que Miguel de Cervantes le hizo.
Si bien esta pequeña urna no sea suficiente para honrar a tan importante figura literaria, sirvió, al menos, para reparar el olvido en el que durante años estuvo su sepultura. Y nosotros, en el día de su 450 cumpleaños, hemos querido recuperar también esta historia.
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