En la planta baja del Museo, en la zona dedicada al ocio, poco antes de bajar a la cripta arqueológica del teatro, se encuentra la lápida funeraria de Tito Servio Claro, nuestro protagonista de hoy.
El texto dice así: T(itus) · SERVIVS ·T(iti) · L(ibertus) · / CLARVS · DISSI ·- / GNATOR · H(ic) · S(itus) · E(st) · / S(it) · T(ibi) · T(erra) · L(evis) (Titus Servius Clarus, liberto de Titus, acomodador. Aquí yace, seate la tierra leve).
La pieza se encontró reutilizada como sillar, a más de tres metros y medio de altura en la puerta de Almodóvar. El hecho de ser una pieza de un tamaño considerable, nos lleva a pensar que el monumento funerario de nuestro personaje no estaría muy lejos del lugar donde posteriormente se reutilizó, en la conocida como necrópolis del Camino Viejo de Almodóvar.
Según reza la inscripción, a finales del siglo II o durante la primera mitad del siglo III, en Córdoba vivió un hombre llamado Tito Servio Claro, que fue en el pasado esclavo de un tal Tito, quien tuvo a bien liberarlo de tal condición. Al convertirse en liberto, obtuvo el trabajo de dissignator. Según los estudios llevados a cabo, entre otros, por el Prof. Ventura, de la Universidad de Córdoba, la palabra dissignator podía referirse bien a los que ordenaban los cortejos fúnebres o a los que asignaban los asientos en el teatro. Todo parece indicar que se refería a este cargo. Sería, por lo tanto, uno de los muchos hombres que conseguían que las obras que se representaban en el gran teatro de Córdoba llegaran a buen fin. No nos referimos a los actores, sus máscaras y todo el oropel, sino a aquellas personas anónimas que acompañaban a los asistentes a sus asientos, que alquilaban los almohadones, que vendían la comida y bebida o que accionaban los mecanismos del velamen en los días de mucho calor.
Siempre me ha resultado muy enternecedor el hecho de que Tito Servio Claro, del que sólo conocemos la pieza a la que nos dedicamos hoy, en su lápida mortuoria decidiera dejar constancia de su trabajo como acomodador del teatro. Y por otro lado, parece como si el Destino hubiera querido devolver al personaje al lugar en el que desarrolló su carrera profesional; a día de hoy, su lápida se expone en un museo que está sobre el que fue el gran teatro romano de Colonia Patricia Corduba, capital del Bética. Hombre y edificio unidos de nuevo cientos de años después.[magicactionbox id=”11191036″]
Historiadora, Arqueóloga e Intérprete de Patrimonio
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