La semana pasada comentabamos uno de los detalles que guarda Córdoba a los ojos de los viajeros: la torre del alcázar escondida en el palacio de Congresos. Muy cerca de ahí hay otro pequeño detalle también relacionado con el alcázar andalusí: unas marcas de bronce en el pavimento de la calle Torrijos. Se trata de la planta de los pilares que sustentaban el sābāt de al-Hakam II.
El sābāt era un pasadizo sobre el nivel de calle, apoyado en pilares y abierto con arcos que permitían el tránsito normal por la calle. Conectaba el alcázar Omeya con la mezquita y terminaba junto al muro de qibla, esto es, el muro sur de la mezquita. De esta manera, los gobernantes podían acudir a la oración sin ser vistos desde la calle y sin tener que atravesar parte de la sala de oración.
El primer sābāt de al-Ándalus lo construye el emir Abd Allâh (844-912). Hasta entonces, los emires accedían por la puerta de los Visires (hoy, puerta de San Esteban o de San Sebastián).
Según nos cuenta el historiador andalusí Ibn Hayyan (987-1075), el emir ordena su construcción como respuesta a las quejas presentadas por algunos religiosos ordotoxos, a los que no gustaba que los súbditos se levantaran, en señal de respeto, cuando el emir entraba en la sala de oración de la mezquita. Al no verle entrar, no se levantarían. Hay otras razones que pudieron motivar dicha construcción. La primera, la insinua el propio ibn Hayyan al decir que así se evitaba también la constante vigilancia del emir durante el trayecto. Es decir, para aumentar la seguridad del emir durante los traslados. Pero también, algunos historiadores han visto en la comunicación física del alcázar y la mezquita la unión simbólica del poder político y el religioso, quizá queriendo preparar el emir el camino a una restauración del Califato Omeya en al-Andalus.
Sea como fuere, lo cierto es que el esquema alcázar-sābāt -mezquita quedó establecido en al-Andalus y fue imitado en muchas ciudades, y por supuesto, en la propia Medina Azahara. En Córdoba, la ampliación de la mezquita realizada por al-Hakam II supuso la destrucción del antiguo y la construcción de uno nuevo, de mayores dimensiones.
Éste sobrevivió, tras la conquista cristiana y conversión de la mezquita en Catedral, hasta el siglo XVII, en que fue derribado. Como consecuencia, la puerta a la que se accedía desde la parte del sābāt exterior (en la calle) a la interior (tras el muro sur de la sala de oración) aún se ve en el ángulo suroeste de la mezquita.
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