Aunque nuestro recorrido histórico por el mundo de la muerte en Córdoba ya ha concluido, no abandonamos aún tan interesante tema. Así, realizaremos algunas entradas más sobre temas concretos que puedan resultar interesantes o, cuando menos, curiosos.
La idea de permanecer en la memoria, que el recuerdo de los vivos no se perdiera en el tiempo una vez fallecidos fue, como ya sabemos, algo muy importante en el ritual funerario romano. Además de la ubicación de las tumbas, su tamaño o tipología, la epigrafía funeraria jugó un papel destacado. A través de textos escritos en piedra, las lápidas, los romanos consiguieron que sus nombres, edad, familia, aficiones y vida permanecieran para siempre a través de los siglos.
De todas las inscripciones que se han conservado hasta nuestros días (unas 300.000 en todo el Imperio), más del 70% son funerarias. Por esta razón, conservamos un enorme corpus que permite a los especialistas estudiarlas y extraer de ellas una cantidad extraordinaria y variada de información.
¿Qué información suele aparecer en las lápidas? Por un lado encontramos la relativa al personaje fallecido: nombre completo, incluyendo la gens (familia) o tribu; edad de la muerte; profesión; cursus honorum, esto sólo en el caso en que se haya dedicado a política. Por otro lado, son habituales una serie de fórmulas estereotipadas de tipo religioso o sentimental. No obstante, lo expuesto ahora mismo no es más que el ejemplo más sencillo. Las variedades son muchísimas.
En este sentido, a partir del siglo I d.C. era muy usual comenzar la lápida con la consagración a los Dioses Manes (divinidades protectoras de la familia), que suele aparecer abreviada D.M.S. (Diis Manibus Sacrum). Tras los datos personales a los que ya hemos hecho referencia, la fórmula funeraria por excelencia era Hic situs est, sit tibi terra levis (aquí yace, seate la tierra ligera), siempre abreviada H.S.E.S.T.T.L.
La que fuera capital de la Provincia Ulterior Baetica, Córdoba, conserva una colección de casi 300 inscripciones funerarias. La mayor parte pertenecían al pueblo llano, de baja condición, muchos de ellos esclavos, libertos y gladiadores. Después de éstas, las más numerosas son las de magistrados o sacerdotes locales y las de los artesanos. Pocas tenemos de las clases más privilegiadas: senadores o caballeros. No obstante, las grandes familias cordobesas de la época aparecen representadas en éstas: Marii, Annaei, Calpurnii…
A modo ilustrativo vamos a presentar algunos de los textos sobre piedra pertenecientes a individuos del pueblo llano; gente que trabajó en oficios de diversa índole y que pudieron costearse un entierro digno y una lápida.
A Stelenus, portero del anfiteatro (ostiarius), le dedicó y pagó el entierro (D.S.D. “de suo dedit”) su esposa.
Un liberto que fue acomodador (dessignator) quiso que en su lápida apareciera lo que había hecho en vida.
Una de las empresas que gestionaba las minas de bronce de Sierra Morena (sociorum aerariorum) debió contar en la necrópolis situada al Norte de la ciudad con un espacio reservado para sus miembros. Allí se enterró Marcus Aerarius Telemachus uno de los médicos de la sociedad.
Dejamos para el final uno de los ejemplos de epigrafía más bellos que se han localizado en toda Hispania. En él, no aparecen las fórmulas antes reseñadas, ni la edad a la que murió; simplemente un precioso homenaje de aquellos que conocieron y amaron a la joven Servilia. Así dice el texto:
Alabada en todas sus facetas por su excelente pudor, yace Servilia, por designio funesto arrebatada. Pereció la dulce esposa, la madre tierna, la hija intachable, la querida hermana, virtuosa por las bondades de su limpio espíritu, fiel custodia de su hogar, admirable por su vivir honesto, belleza ésta que en sí misma acarrea honor notable. Cuatro veces fue hecha madre por voluntad reiterada de Lucina. Falleció digna de ser siempre amada por sus hermosas prendas. Su desdichado padre y su madre sus heridas lloran, y por las mejillas de sus hermanos ruedan lágrimas ante ocasión tan triste.
Como se puede comprobar, estas inscripciones han cumplido con creces su objetivo: dos mil años después de su redacción, seguimos recordando a aquellos que vivieron -y murieron- en nuestra querida ciudad.
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Historiadora, Arqueóloga e Intérprete de Patrimonio
Me ha encantado la ruta!!100%recomendable!!!original y muy interesante.
Saray Jurado Pérez una máquina!!!
Me encantan los comentarios de las lápidas..quisiera saber algunas..me lamo iRIS…