El Cristianismo nació en el seno del mundo romano como una más de las muchas religiones que existían a lo largo y ancho del Mediterráneo; y como tal, fue, en principio, tolerada. Sin embargo, el aumento de su popularidad y la confrontación con algunas de las leyes del Imperio, hicieron que, poco a poco, los líderes romanos vieran en la nueve fe y en sus militantes un auténtico problema que podía socavar los cimientos de su mundo. De este modo, en momentos de inestabilidad (principalmente a mediados del siglo III y a inicios del IV), las autoridades llevaron a cabo persecuciones en masa contra los cristianos. Aquellos que morían fueron llamados “mártires”, que significaría, “testigos de la fe de Cristo” hasta la muerte.
En Córdoba, la primera persecución contra los cristianos de la que tenemos constancia tuvo lugar a principios del siglo IV. Entre los años 303 y 304 el emperador Diocleciano emitió cuatro edictos en los que declaraba una guerra abierta contra los cristianos (pretendía devolver el esplendor a la vieja tradición pagana). En el primer edicto ordenó la destrucción de templos y libros y lanzó un ataque a la Iglesia como institución así como a sus altos cargos. Los dos siguientes obligaban a sacrificar a los dioses a los eclesiásticos. El cuarto imponía libaciones y sacrificios a los dioses antiguos. Cientos de cristianos murieron mártires como consecuencia de la aplicación de estas órdenes.
En nuestra ciudad, los mártires de esta persecución fueron: Acisclo, Zoilo y los llamados “Tres Coronas” (Fausto, Genaro y Marcial). Las noticias dignas de credibilidad sobre estos personajes son muy exiguas (“Peristephanon” de Prudencio, de mediados del IV, el “Martirologio Jeronimiano”, de mediados del V y el “Oracional de Verona”, de finales del VII). De este modo, lo único que sabemos con seguridad es que murieron martirizados y que, quizás, Acisclo lo hizo en el anfiteatro de la ciudad (descubierto bajo el actual Rectorado de la Universidad). El resto son relatos más tardíos en los que, a falta de datos reales, se copiaban historias de otros santos o, directamente, se inventaban ejecuciones y milagros. Se habrán percatado que en este breve listado no aparece Victoria, la “hermana de Acisclo” ya que en las referencias originales su nombre no aparecía por ningún lado. De hecho, la llamada “Passio” de Victoria es una copia literal del martirio de Santa Cristina.
Los martirologios que todos nosotros conocemos surgieron, pues, a partir del siglo X, más de 600 años después de la muerte de los mártires, con la finalidad principal de inspirar a la población cristiana que vivía bajo dominio musulmán. Así, las tradiciones dicen que Acisclo murió degollado y su cadáver se tiró al río; a Victoria la asaetearon; Zoilo fue torturado y decapitado; y Fausto, Genaro y Marcial fueron arrojados al fuego. La realidad es que todos ellos se convirtieron en referentes para los primeros cristianos cordobeses y sus reliquias fueron veneradas en diversas iglesias de las cuales no tenemos constancia arqueológica clara: ¿Cercadillas? ¿San Pedro? ¿Colina de los Quemados? ¿Ciudad Jardín?
Damos un salto en el tiempo para referirnos a otro fenómeno muy interesante como fue el llamado “martirio voluntario” que se desarrolló en nuestra ciudad entre los años 850 y 859, bajo los emiratos de Abd al Rahman II y Muhammad I. Hacía más de 100 años que los musulmanes habían llegado a Córdoba y, aunque las normas eran bastante permisivas con respecto a los cristianos, muchos fieles de Cristo constataron como poco a poco el proceso de islamización se hacía más y más fuerte y el número de cristianos iba en franco descenso. Así, un nutrido grupo de mozárabes se radicalizó con la finalidad de servir de ejemplo y alcanzar el grado de mártires. De este modo, el Islam permitía la religión cristiana pero prohibía hacer expresión pública de la fe, la apología, insultos a la fe musulmana, blasfemias o la apostasía (se consideraba que los hijos de matrimonios mixtos eran musulmanes). Todo esto se castigaba con la muerte. 48 personas fueron ejecutadas en estos nueve años.
Los nombres y las historias de los 48 ejecutados en Córdoba los conocemos gracias a una única fuente, los escritos de San Eulogio, monje cordobés y uno de los inspiradores del movimiento del martirio voluntario, que murió decapitado en 859 (sus reliquias se veneran en la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo). En esta larga lista existen hombres y mujeres, niños y ancianos, sacerdotes, monjes y seglares. Todos fueron decapitados y quemados, con la excepción de un tal Sancho, que murió empalado. Algunos restos fueron recogidos por fieles, a fin de venerarlos, y trasladados a un monasterio y, posteriormente, a la iglesia de San Pedro, donde hoy se guardan en una gran urna de plata.
Realidades históricas o inspiradas, lo cierto es que las historias de los mártires han marcado la vida de cientos de generaciones de cordobeses; han supuesto el “clavo” al que agarrarse en momentos de dificultad; han inspirado devociones; y han sido el origen de templos y obras de arte que podemos apreciar en nuestros días. Con fe o sin ella, los mártires han sido un referente para Córdoba; y eso no podemos negárselo.
Historiadora, Arqueóloga e Intérprete de Patrimonio
Marisol Cordoba Carmona
IMPRESIONANTE..
Preciosa, muy bonita foto
Bellissima
Luisa Passaro
No lo sabía.. yo solo sé el día de San Rafael
Que bonito
Podría ser en la iglesia de santa Victoria..
Saludos a todos.de un Cartagenero enamorado de Córdoba ciudad donde residi un tiempo.y saludos desde la Manga del Mar menor
Buenos días!! No es en la iglesia de Santa Victoria, en el artículo lo decimos!! Nos alegra que le guste Córdoba!!
Capilla de San Bartolome. En plena juderia.
Correcto!!
Marisol
A ver que nos dice hoy nuestra alcaldesa…
Es una pena que una gran mayoria de los cordobeses no sepan quien son sus patronos y no se celebren como merecen. Muchos creen que son o San Rafael o la Virgen de la Fuensanta.
Totalmente de acuerdo Mateo
San asciclo y Santa victoria
Esta justo al lado de la Corredera