Córdoba nació hace más de 2.000 años. Por nuestra ciudad han pasado las principales culturas que han poblado el Mediterráneo desde la Antigüedad. Esta veteranía ha hecho que sea un lugar propicio para leyendas e historias con un origen más o menos real. Algunas de ellas forman parte del acervo popular y son consideradas por los cordobeses como absolutamente ciertas.
El tesoro del Castillo
A menos de 20 kilómetros de Córdoba se encuentra el Castillo de Almodóvar, una fortaleza de origen musulmán que se alza junto al Guadalquivir. Su localización estratégica ha hecho que fuera la residencia de algunos personajes destacados de nuestra Historia. De hecho, el rey Pedro I, el Cruel, eligió este castillo como morada durante la guerra que lo enfrentó a su hermanastro Enrique II de Trastámara. Allí tenía custodiado parte de su tesoro, formado por monedas de oro y de plata. Aunque sabemos que este tesoro fue trasladado en el año 1366 para pagar los gastos de la contienda, son muchos los que afirman que en el castillo hay cámaras secretas en las que se encuentra escondido el tesoro del rey Pedro.
El romance de Medina Azahara
La ciudad palatina de Medina Azahara fue mandada construir hacia 936 por el califa Abd al Rahman III con la finalidad de demostrar su poderío. Sin embargo, en el haber popular se encuentra arraigada una romántica leyenda. El líder omeya mandaría construir este opulento palacio para una de sus concubinas, de nombre Azahara a fin de demostrarle su inconmensurable amor. Por muy bonita que sea la historia, la fundación de este lugar nada tuvo que ver con el romanticismo, sino con una marcada estrategia política. Eso sí, ¿aprovechó Abd al Rahman III el palacio para conquistar a alguna de sus muchas amantes?…
El buey que reventó
La Mezquita Catedral de Córdoba es un mágico lugar en el que, al margen de la Historia, el Arte y la Fe, han surgido curiosas leyendas. Bajo el púlpito del Evangelio del Altar Mayor de la Catedral de Córdoba, construido a mediados del siglo XVIII, se encuentran labrados un buey y un águila. La historia cuenta que ese buey trabajó años acarreando todos los mármoles para la construcción del templo y que murió reventado tras llevar la última piedra. Por eso, fue inmortalizado en mármol a los pies del altar mayor. Si tenemos en cuenta los símbolos de los evangelistas entenderemos la realidad de su presencia allí.
El cautivo de la Uña
Junto al muro Norte de la Mezquita, en los inicios de la ampliación de Almanzor, encontramos una columna un tanto especial: en el fuste hay tallada una sencilla cruz y junto al mismo, la imagen de un joven arrodillado. Según la tradición, un cautivo, condenado por seducir a una musulmana e instarla a convertirse al Cristianismo, estuvo encadenado en esa columna. Para demostrar su profundísima fe, con la uña, durante su cautiverio grabó una cruz en el frío mármol. Por otro lado, cuenta la historia que si acercabas una llama a la imagen del joven arrodillado de al lado, el niño lloraba. Sea como fuere, historia o tradición, el hecho es que allí se encuentra la imagen y que la cruz es visible por todos los visitantes y la devoción que ha suscitado entre los cordobeses es tan antigua que nadie recuerda su origen.
Deseos en los muros de la Mezquita Catedral
En uno de los muros exteriores de la Mezquita Catedral, el que da a la calle Torrijos, existe una estrella incrustada en la piedra. Ésta no es otra que uno de los muchos fósiles que abundan en las rocas areniscas de las que están hechos una gran cantidad de edificios de nuestra ciudad. No obstante, se la denomina como “estrella de los deseos” porque al pasar por allí, debe el viandante tocarla y pedir un deseo. La magia del Córdoba y del lugar hará el resto. Búsquenla.
La torre, el jinete y su tesoro
La torre albarrana de la Malmuerta es muy prolija en leyendas sobre el origen de su nombre. De sobra son conocidas las historias sobre como en lo más alto del torreón, una joven esposa fue apresada y muerta al considerar su esposo que le había sido infiel. Con el tiempo, se comprobó que la mujer había muerto en vano; había sido “mal muerta”, de ahí su nombre. Pero existe una segunda historia sobre tan interesante lugar que tiene que ver con algo de lo que ya hemos hablado anteriormente: tesoros escondidos. De este modo, si un jinete al galope, pasando bajo el arco de la torre, era capaz de leer toda la inscripción que allí había -aún queda pero está muy deteriorada- la torre se derrumbaría y aparecería entre los escombros un enorme tesoro que pertenecería al avispado lector. Debe ser que nadie en 600 años ha sido capaz de leerla, porque la torre de la Malmuerta sigue en su mismo sitio.
Ésta no es sino una pequeña selección de algunas de las historias legendarias que pululan sobre nuestra antiquísima ciudad. Algunas se basan en hechos reales y otras son fruto de la imaginación popular. El hecho es que siguen pasando de boca en boca, de generación en generación creando un halo de misterio para nuestra hermosa Córdoba.
Historiadora, Arqueóloga e Intérprete de Patrimonio
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