La remodelación de la calle José Cruz Conde de Córdoba recibió la semana pasada el Premio Jean-Paul-L’Allier para el Patrimonio que la Organización de Ciudades del Patrimonio Mundial entrega cada dos años. Esta de 2015 es la cuarta que se ha convocado.
El galardón supone un reconocimiento al proyecto de la coordinadora de trabajos de gestión del Patrimonio Histórico y arquitecta de la Gerencia Municipal de Urbanismo Rosa Lara.
Hagamos un poco de memoria. Las obras de la calle Cruz Conde comenzaron en noviembre de 2010. El proyecto pretendía mejorar la accesibilidad, eliminando bordillos y restringiendo el tráfico; la emblemática calle sería un espacio semipeatonal de un único sentido al que que sólo los servicios públicos, emergencias, residentes y quienes salieran del parking situado en el entorno -Edaco- tendrían acceso. La idea de restringir el tráfico en la calle José Cruz Conde no era nueva: una propuesta anterior pretendía la peatonalización integral, y ya casi concluidas las obras se retomó esta idea. El Ayuntamiento acordó entonces la prohibición total de circulación por la calle, excepto a lo que emergencias y seguridad se refiere. Cómo es habitual, esta decisión tuvo sus defensores y detractores.
La reforma terminó en abril de 2011, y lo que a priori parecía una simple cuestión de acerado y mobiliario urbano se convirtió en algo distinto: en una nueva calle con árboles donde se podía pasear y bichear* tranquilamente los escaparates, sentarse a descansar en alguno de los bancos o incluso, con el tiempo, tomar café o una cerveza en una de las nuevas terrazas. Todo ello sin ruidos de motores.
La reforma encerraba más sorpresas: un pavimento bicolor en algunas zonas muestra las antiguas calles que se vieron alteradas cuando se creó esta nueva arteria a principios del siglo XX; piezas de bronce en el suelo indican parte del foro de Colonia Patricia, la Córdoba romana; en el extremo de la calle que llega a Ronda de los Tejares, otro cambio de color en el pavimento -amarillento, como el color de la piedra calcarenita usada desde siempre para construir Córdoba- muestra por donde cruzaría el lienzo norte de la antigua muralla de la ciudad. Una manera simple y original de mostrar la historia de esta calle, lo que ya no está y no se puede recuperar, pero sí se puede recordar.
De este modo, menos de 100 años después de su apertura esta calle se ha vuelto a convertir en todo un emblema. En su momento, mostraba un tipo de modernidad de Córdoba: aquella que se componía de líneas rectas, calles anchas y nuevas construcciones, que quería “actualizar” la imagen medieval que en gran medida la ciudad conservaba a finales del siglo XIX. Hoy, muestra otra modernidad: la que respeta lo histórico y lo integra en lo moderno, la que crea espacios para disfrutar y valorar nuestro entorno. No hay duda que esta obra seguirá teniendo su detractores, y no todo ha sido positivo. La solución de establecer doble sentido para entrar en las cocheras a través de una de las vías de la avenida de Gran Capitán ha provocado un aumento notable del tráfico y un gran deterioro del pavimento. Pero a todo nos acostumbramos, y como se suele decir, de dos males, el menor. Por otro lado, es indudable los beneficios que la nueva José Cruz Conde ha traído consigo. Así pues, damos la enhorabuena a la arquitecta y al equipo municipal que en su momento impulsó esta obra y esperemos que sea sólo una de muchas actuaciones tan positivas.
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*Para nuestros lectores no residentes en Córdoba, bichear es un localismo que se usa como sinómino de curiosear, echar un vistazo.
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Historiadora del arte e Intérprete del Patrimonio
Me encanta como a quedado.