Durante esta semana, como ya dijimos en anteriores publicaciones, queremos acercaros a la cultura romana que tanto significó para nuestra ciudad, para que así podáis disfrutar más profundamente del mercado romano que se celebrará en el entorno de la Calahorra este fin de semana.
Ya os hemos contado un poco de este momento de la historia, os hemos hablado sobre el urbanismo de nuestra ciudad, así que hoy toca conocer un poco más su gastronomía, lo que comían y bebían los romanos.
En un principio, la gastronomía romana era muy simple, básicamente se comía el “pulmentum” que era como una papilla de harina de trigo, queso, cereales, legumbres, verduras y fruta. Poco a poco se le fue incorporando nuevas recetas y alimentos, sobre todo con la conquista de nuevos territorios. Hay que destacar que no toda la población comía lo mismo, había una gran diferencia entre la plebe y la gente rica. Los primeros tenían una alimentación muy básica a base de pan, algunas legumbres y verdura, podía aparecer el consumo de pescado sobre todo en las poblaciones costeras, o el consumo de carne de caza en zonas del interior, pero muy esporádicamente. Sin embargo, los ciudadanos más adinerados tenían un menú mucho más completo y esquisito, con incluso alguna importación. Entre sus comidas se encontraban las ensaladas, verduras, carnes de cerdo, cordero, buey, jabalí, aves de casi cualquier tipo (desde el pollo hasta el flamenco pasando por faisanes, pavos reales…), pescados, mariscos…y todo cocinado de varias maneras, asado, en guisos… Muchas de estas recetas se acompañaban con salsas y guarniciones ricamente condimentadas, que llevaban entre otros ingredientes: vinagres, hierbas aromáticas, especias, vino, aceite y por supuesto, el garum (el condimento más importante de todo el Imperio Romano del que os hablaré un poco más adelante).
Normalmente los romanos hacían tres comidas al día: el “ientaculum” era el desayuno, que consistía en pan huntado con ajo, sal o algún otro condimento, también se solía desayunar queso, huevos, leche, miel, algunos frutos secos, uvas. En el almuerzo o “prandium” se comían las sobras de la cena del día anterior, bien frías o recalentadas. Y por último, la cena o “cenae”. Era la comida más importante del día y se solía reunir toda la familia o con invitados, celebrando los famosos banquetes. Comenzaban a comer sobre las 4 o las 5 de la tarde y duraba varias horas, ya que constaba de varias partes: “gustus” que eran unos entrantes, ensaladas, aceitunas, pescado en salazón…acompañado de vino mezclado con miel, para ir abriendo el apetito. Despues tenían el primer plato o “prima mesa” que consistían en varios platos de carnes o pescados, acompañados de más vino. Y como segundo plato o “secunda mesa”, dulces, fruta o frutos secos, por supuesto con más vino dulce. Durante toda la velada los comensales charlaban entre ellos, eran servidos por esclavos y siempre había amenización de música y danza o se recitaba poesía.
Las técnicas más usadas a la hora de elaborar estas recetas eran a la brasa, hervidas o fritas en aceite de oliva (del que ya os hemos hablado en una publicación anterior), además se usaban muchas hierbas aromáticas y especias que, además de condimentar las comidas, servían para ayudar a hacer bien las digestiones, ya que como hemos visto, estas comidas solían ser muy copiosas y pesadas. Aunque como condimento esencial en la gastronomía del Imperio Romano nos encontramos al “garum”. El garum o garo era una salsa elaborada a partir de las vísceras del pescado fermentadas y mezcladas con vino, aceite, vinagre, sangre y agua. Esta mezcla se dejaba macerar en unas grandes piscinas, después era envasado en ánforas y repartido por las ciudades más importantes de todo el imperio. Una de esas factorías donde se elaboraba el garum (quizás la más importante de todo el imperio) se ubacaba en la antigua ciudad de Baelo Claudia (en la población de Bolonia, Cádiz). Allí se conservan bastante bien varias de estas piscinas en la que se hacía este esquisito manjar con el que se condimentaba casi toda la comida.
En conclusión, podemos decir que los romanos tenían los mismos alimentos que tenemos actualmente (verduras, legumbres, hortalizas, cereales, huevos, frutos secos, quesos, carnes de todo tipo, pescado…) excepto, lógicamente, aquellos que vinieron con el descubrimiento de América, por lo que os animo a que este fin de semana visitéis el Mercado Romano y disfrutéis de su comida, que es la nuestra. Y si esa visita se realiza como punto final de nuestra ruta sobre la Córdoba Romana, mucho mejor!
Artículos de la Semana de la Cultura Romana en nuestro blog:
Hola! muy buen artículo, solo creo que es un poco anticuado usar el término de “descubrimiento” de América.
La forma correcta de decirlo es “conquista” de América, recordemos que en el continente americano habitaban grandes civilizaciones como los azteca, maya e inca. Además de muchos pueblos y grupos nativos con sus propias tradiciones, idiomas y creencias.
¿Correcta porque lo dices tú o cómo está el asunto?
Aunque obviamente el término descubrimiento es controvertido, más hoy en día con tanto ofendido por todo, es correcto.
Cuando llegó Colón, fue un descubrimiento de un Nuevo Mundo para nuestros ojos.
Más tarde, es cuando ocurrió la conquista en sí. Sin comillas.
Podemos luego empezar con el debate de genocidio y demás, cuando los pueblos conquistados por España o Portugal se mezclaron con la gente de allí en mayor medida, y el genocidio lo hicieron ellos mismos.
Por el contrario, los ingleses arrasaron con todo y ahí están los nativos norteamericanos, iguales que los de Centroamérica y América del Sur.
La leyenda negra…
Así es. Soy de centroamérica y ya cansan los indigenistas.