En este espacio dedicado a las efemérides de nuestra Córdoba, siempre hay lugar para eventos que tuvieron lugar hace muchos años, pero también tenemos que poner luz y recordar celebraciones que han tenido lugar en nuestro pasado más reciente y que supusieron un antes y un después en el desarrollo cultural y turístico de nuestra ciudad.
Pues bien, el recuerdo de hoy va dedicado al esfuerzo que se hizo por dar a conocer uno de nuestros más grandes tesoros arqueológicos y quizás también el más olvidado. Nos estamos refiriendo a la exposición “El esplendor de los Omeyas” la cual focalizaba su atención en la ciudad-palatina de Medina Azahara. Esta fue inaugurada el tres de mayo de hace diecisiete años. Fue los Reyes de España en aquel entonces, Don Juan Carlos y Doña Sofía, los que se encargaron de inaugurarla junto con el presidente de la República Árabe Siria, Bashar al-Asad.
La exposición fue organizada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, a través de la Fundación “El Legado Andalusí”. Colaboraron también el Ayuntamiento de Córdoba, La Diputación Provincial de Córdoba y Cajasur a través de su Obra Social y Cultural. También recibió el apoyo del Ministerio de Educación y Cultura, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y los diferentes países que forman parte del Itinerario Cultural de los Omeyas.
El emplazamiento utilizado no podía ser otro que el yacimiento arqueológico que en su momento fue esta esplendorosa ciudad. En ella se reunieron más de trescientas obras de arte omeya que alguna vez pertenecieron a Medina Azahara y que se encontraban dispersas en países como: España, Qatar, Jordania, Francia, Arabia Saudí, Grecia, Siria, Portugal, Marruecos, Túnez, Italia, Gran Bretaña, Alemania, Países Bajos y Kuwait entre otros. Los diferentes materiales en las que se realizaron fueron: marfil, madera, mármoles, oro, plata y bronce. Otro de los grandes protagonistas fue el color blanco, color siempre asociado a la dinastía omeya.
El principal objetivo que trato de cumplirse fue el de acercar al visitante al esplendor de la dinastía califal. Para ello, el foco de atención se puso en el periodo en el que se construye la ciudad y cuando acabamos convirtiéndonos en un puente cultural entre oriente y occidente. Se buscaba introducir a aquel que se acercaba al lugar en la vida intelectual que disfrutamos entre el siglo VIII y el siglo XI y conocer a los miembros de la dinastía omeya, aquellos que se encargaron de hacernos evolucionar.
A pesar de las circunstancias, tales como custodiar piezas provenientes de los más importantes museos de Europa por un periodo más largo del usual, de que el emplazamiento presentara algunas dificultades en su recorrido y del calor del verano, no hubo que lamentar accidentes ni problemas durante el desarrollo de la misma.
La exposición cerró sus puertas el treinta de septiembre de ese mismo año, el 2001, tras haber recibido más de trescientos mil visitantes. Tras su clausura, las entidades organizadoras no dejaron de recibir cartas y emails de agradecimiento, tanto de cordobeses como de visitantes venidos de cualquier rincón, por haberles dado a conocer un recurso tan valioso y a la vez tan desconocido.
No puedo terminar esta entrada sin dejar de recordar los esfuerzos que se están haciendo para que dentro de unos meses la UNESCO nos premie (eso deseamos desde Artencordoba) con la declaración de Patrimonio Mundial al yacimiento arqueológico y así avancemos hacia una visibilización completa pero a la vez responsable de tan importante recurso.[magicactionbox id=”11191036″]
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