Cuesta de San Cayetano
La popular Cuesta de San Cayetano era, a mediados de la pasada centuria, una terriza y solitaria rampa que el alcalde, Alfonso Cruz Conde, decidió transformar en lo que es hoy día. Las obras fueron comandadas por el arquitecto municipal, Víctor Escribano Ucelay, quien ideó una gran antesala al convento carmelita, compuesta de dos parterres circulares, en torno a los cuales se proyectaban las diversas rampas. Los estudiosos hablan de que Víctor Escribano quiso dotar al conjunto de una “perspectiva barroca” que impresionara al visitante.
El conjunto ganaría muchos enteros sin las decenas de coches que se encuentran allí estacionados todos los días, pero bueno, poco a poco. Cierto es que, al último tramo, perteneciente ya a las instalaciones del convento, se accede por una pequeña escalinata, suficiente para que el tráfico no pueda invadirlo.
Nos cuenta Don Miguel Ángel Ortí Belmonte que, en el año 1638, el cantero Andrés Gutiérrez firmó un contrato por el que se comprometía a realizar la fachada del convento carmelita. Se trata de una fachada pintada, en la actualidad, de un intenso ocre, que contrasta notablemente con la piedra de la portada. Una bella portada configurada a base de una serliana, o lo que es lo mismo, un vano central de medio punto flanqueado por dos adintelados. Sobre ésta se alza una hornacina avenerada que alberga un grupo escultórico que representa a “San José con el niño Jesús de la mano“, en el que se ha querido ver la mano de Bernabé del Río, y que viene a certificar la verdadera advocación del templo. Culmina la portada un frontón circular partido, sostenido por delgadas pilastras, que en su interior alberga el escudo de la Orden Carmelitana. Dos escudos más adornan la fachada, pertenecientes a Doña Beatriz de Haro Portocarrero, “…fundadora y primera patrona de este convento…“, tal y como reza su lápida sepulcral situada al pie del Altar Mayor. Corona la fachada un vasto frontón triangular, perforado por un óculo que sirve de iluminación a la nave central. La espadaña posee dos cuerpos, el primero con dos arcos de medio punto para las campanas, el segundo cuerpo con sólo uno. Termina la espadaña mediante un frontón curvo, con remate en bolas y una cruz en el centro.
La iglesia es de planta de cruz latina, de una sola nave cubierta por bóveda de cañón con lunetos, cúpula sobre pechinas en el crucero, y brazos muy cortos. El brazo derecho da acceso a la sacristía y demás dependencias del convento, mientras que el izquierdo da paso a la Capilla del Sagrario, lugar donde se encuentra Ntro. Padre Jesús Caído, imagen titular de la popular Cofradía de los Toreros.
Las primitivas pinturas que decoraban los muros de la iglesia no se conservan, quizá algunas pinturas de los zócalos, que forman círculos, sean de mediados del siglo XVII. Entre 1721 y 1724 fue decorada la cúpula que cubre el crucero, en la que se representaban escenas de la vida de San Juan de la Cruz, el resto de la iglesia fue pintado entre los años 1724 y 1727. Los muros muestran un más que evidente horror vaqui (miedo al vacío), donde todo se encuentra ornamentado, a base de elementos vegetales – corolas, hojas enrolladas, tallos serpenteantes… – y figuras humanas; muy frecuentes son los angelitos desnudos, más de 200, ofreciendo multitud de poses.
En grandes cartelas hay pinturas alusivas a los fundadores de las diversas órdenes, mientras que en otras más pequeñas aparecían sus nombres: Santo Domingo, San Francisco de Asís, San Pedro Nolasco… En los lunetos del coro alto se representa la “Vida de Jesús“, comenzando por “Los desposorios de la Virgen María“, sobre ellos, se hallan diversos carteles con versículos de la Biblia en latín.
Bajo nuestro punto de vista, las pinturas más interesantes fueron las realizadas por el pintor conocido como Fray Juan Bautista del Santísimo Sacramento hacia el año 1667. En el presbiterio, en el lado de la epístola encontramos a “Elías con el carro de fuego lanzando su manto a Eliseo“, “Santa Teresa” y “San Juan de la Cruz“, en el del evangelio la “Virgen del Carmen dando el escapulario a San Simón Stock“.
En el muro de entrada a la Capilla del Sagrario hay otros dos lienzos. Uno representa un árbol, que simboliza a la orden, cuyo tronco es la Virgen del Carmen. El otro cuadro es “La fuente de Elías en el Paraíso“. Al parecer – aún no hemos entrado –, los mejores cuadros de este autor se encuentran en el claustro, donde se halla “La Anunciación de María“, “La Presentación en el Templo“…
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Texto: J.A.S.C.
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