El primer dato histórico que nos remonta a la construcción de la denominada Puerta del Perdón lo aporta la inscripción que decora el arco apuntado de acceso. Pese a encontrarse incompleta puede entenderse claramente: “… del mes de Marco de la era de Cesar de mill et cuatrocientos et quinçe an / nos reyna[n]te el muy alto et podero[so] Don Enrrique Rey de Castilla et fiio del muy alto Rey Don Alfonso…“. Las obras concluyeron en Marzo 1377, y fueron seguidas muy de cerca por el propio Enrique II, que afrontó la totalidad de los gastos. El interés del monarca quedó atestiguado e inmortalizado con su escudo, colocado en las enjutas del arco de entrada.
A diferencia de otros accesos de la Mezquita-Catedral, la Puerta del Perdón no fue concebida únicamente como una portada, sino como un conjunto. Conformado por dos arcos de herradura tumidos, uno al exterior decorado con yeserías y otro paralelo al interior, que desemboca en el Patio de los Naranjos, se desarrolla en su interior el espacio necesario para albergar las puertas cuando éstas se encuentren abiertas. Ese mismo espacio central fue cubierto en el siglo XVII por una cúpula de ladrillos. A mediados de la siguiente centuria, siendo Obispo Don Pedro de Salazar y Góngora, la cubierta fue decorada con ricas molduras de yeso a base de motivos florales, destacando el escudo del citado obispo, además de cuatro tondos con las imágenes de los cuatro evangelistas situados en las pechinas, en el centro se alzó una linterna.
El primer dato que tenemos de la Puerta del Perdón es del siglo XIV, pero el aspecto actual es de una remodelación del siglo XVII.
La portada original del siglo XIV no se ha conservado, ya que sufrió varias remodelaciones, sin embargo, han llegado hasta nosotros varias descripciones, como la realizada por Ambrosio de Morales en el siglo XVI: “…el arco es morisco con brotantes sobre los pies derechos, con que se pierde el medio punto y se va a hacer círculo como vemos muchos arcos de Godos y Moros. Las puertas están cubiertas de bronce… Todo el ornamento de la portada es de estuco labrado muy menudo, y por lo alto están seis columnas que hace cinco nichos, donde agora están imágenes de pincel…“. Comenta Nieto Cumplido que Ambrosio de Morales no hace mención de los nichos ciegos de arcos lobulados que se desarrollan a lo largo de los pilares que flanquean la Puerta del Perdón, ni los arquillos que se disponían entonces, hoy no, sobre los cinco mencionados, siguiendo el esquema del antiguo alminar musulmán. La primitiva portada estaba coronada por un gran tejaroz sostenido por modillones.
El aspecto actual de la Puerta del Perdón es fruto de la remodelación encabezada por Sebastián Vidal a mediados del siglo XVII. Vidal respetó el arco ojival, pero suprimió dos de los cinco arquillos lobulados ciegos que describiera Ambrosio de Morales, y todos los arquillos realizados a modo del alminar musulmán. Por el contrario, construyó un gran arco de descarga de medio punto ligeramente rebajado, apoyado en los dos grandes pilares, envolviendo a su vez a los tres arquillos lobulados supervivientes del siglo XIV. Sobre el citado arco realizó un gran friso de corte clásico decorado con triglifos, en cuyo centro se halla una representación escultórica de “El Padre Eterno“.
Las puertas miden casi 10 metros de alto por dos de ancho cada una. Realizadas en madera de pino forrado por hojas de bronce, albergan dos inscripciones que rememoran las obras de remodelación en período del Obispo Don Pedro Salazar y Góngora: “se / reedifica / ron / año / 1739“.
Sobre las pinturas al fresco albergadas en el interior de los tres arquillos lobulados, decir que en un principio representaron a “La Virgen María” en el centro, y a “San Lorenzo” y “San Esteban” en los laterales. A mediados del siglo XVI fueron cambiadas, las de los dos santos por las de los arcángeles “San Miguel” y “San Rafael” y la central por “La Asunción de la Virgen María“, todas ellas atribuidas al pintor cordobés Antonio del Castillo. Luis María de las Casas Deza se refiere a las pinturas albergadas en los nichos de las pilastras que actualmente no se conservan, comentando que en un primer término estaban representados “San Pedro” y “San Pablo” y, más arriba, “San Acisclo” y “Santa Victoria“, santos patronos de la ciudad.
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Texto: J.A.S.C.
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